El futuro son las nuevas tecnologías y la electrónica, por tanto la educación y el sistema educativo deberán modernizarse con el fin de que los estudiantes puedan conocer y utilizar de forma adecuada estas tecnologías en su vida futura, de lo contrario aquellos colegios donde no se avance tecnológicamente y donde se sigan empleando formas anticuadas de comunicación se convertirán en celdas para los jóvenes, como sucede en los suburbios o en los países menos desarrollados.
Durante la década de 1990 se hizo una fuerte crítica a la falta de medios pedagógicos tecnológicos, acentuados por recortes presupuestarios y un aumento de los costes de la educación moderna, lo que obligaba a las escuelas a buscar nuevas fuentes alternativas de financiación. La moda de la tecnología informática llevó a las escuelas a proporcionar a sus alumnos equipos audiovisuales, cámaras de video, ordenadores y acceso a internet en aquellos centros que no podían adquirir libros de texto actualizados.
Las ventajas que ofrece la tecnología a la educación son dudosas, pero hoy en día, la sociedad y las empresas exigen y demandan estudiantes que conozcan bien la tecnología.
Cada vez más escuelas acuden al sector privado para financiar sus adquisiciones de material tecnológico, pero como en este proceso de aumentar la tecnología en los centros se necesita mucho dinero, algunos centros recortan fondos a asignaturas como música y educación física y también abren la puerta al patrocinio de las empresas, dejándolas promocionar sus marcas en las cafeterías, radio, o en los programas deportivos, con el fin de recibir a modo de pago el ansiado equipo audiovisual y ordenadores de forma gratuita.
Las empresas llegan más lejos aún, obsesionadas por vender y obtener beneficios utilizan las escuelas como grupos focalizados a la espera de ser estudiados, siendo una forma barata y espontánea de encontrar lo "cool". Esta clase de investigación da información detallada de lo que hace furor y más les gusta a los niños, ofreciendo degustación de nuevos productos alimenticios, votaciones de marcas e incluso involucrando al propio niño en la caza de lo "cool", como por ejemplo dándoles cámaras desechables para que fotografíen lo que les guste por la calle, a sus amigos y familiares obteniendo información sobre donde les gusta pasar el tiempo libre, que ropa les gusta más o simplemente saber lo que les llama la atención, llegando incluso a pedir a los alumnos que creen nuevas campañas publicitarias o que rediseñen una lata de refresco para que se pueda vender mejor.
Aunque la mayoría de las instituciones públicas sufren por la falta de fuentes de ingresos, la mayoría de las escuelas y universidades tratan de imponer límites a las empresas, donde lo primordial es no influir en el contenido académico. En estos pactos aparecen convenios tan extremos que incluso reprimen la libre expresión para evitar dañar los intereses de los patrocinadores, deformando algunos valores fundamentales de la educación pública y dañando a los estudiantes, transformándose y actuando en el propio centro como consumidores.
Dentro de las empresas las marcas actúan de forma más insidiosa de interferencia que se practica todos los días y que comienza antes que las propias investigaciones, donde los programas universitarios se diseñan para cátedras de investigación financiadas por las empresas y bautizadas con nombres sonoros y rimbombantes donde aparece el nombre de la empresa.
Pero ¿cuál es la verdadera razón por la que la publicidad ha entrado en la educación?, el factor más contundente es que muchos padres y profesores no veían que iban a ganar resistiéndose ya que los niños de la actualidad están bombardeados por las marcas en todo momento, y en cambio, la publicidad ofrecía grandes ventajas económicas.
Pero, y en la universidades, ¿por qué permanecieron pasivos y silenciosos los profesores universitarios permitiendo a los socios eliminar los principios de libertad de investigación y de palabra, bases de la vida académica?. La creciente influencia de las empresas aparecía casi exclusivamente en las facultades de ingeniería, ciencias empresariales y laboratorios científicos, mientras que en otros campos como ciencias políticas, historia y bellas artes parecía que se libraban, entablando batalla a otros asuntos como debates sobre el género y la raza, libros, derechos e igualdades de la mujer; pero cuando se dieron cuenta que tenían enfrente a un enemigo más poderoso ya no pudieron hacer nada.
Todo esto nos lleva a pensar que en nuestra cultura se necesitan espacios libres de expresión, espacios públicos, espacios verdes, al igual que existen parques y reservas naturales, espacios sagrados libres de marcas son todavía posibles en colegios y universidades.
Estos hechos reales producidos en Estados Unidos, me hacen pensar si en Europa, y más concretamente en España, puede llegar a darse un centro educativo tan condicionado por las marcas y la publicidad. Estoy en desacuerdo con aquellos pensamientos que creen correcto exponer a niños tan vulnerables a ser bombardeados por estas campañas de marketing, creando una sociedad cada vez más consumista, más preocupada en qué ponerse para ir a la moda que en tener opiniones propias.
Para evitar desembocar en ese tipo de sociedad que tanto mal hace al ser humano, nace la necesidad imperiosa de crear leyes para proteger y restringir el acceso de estas políticas en espacios de libre pensamiento, donde se deben formar personas integras, felices, libres y con una forma de pensar y actuar sin modificaciones externas, guiados por nuestros propios impulsos sin estar limitados o atados a restricciones que nos marquen como ser, pensar y actuar, que es en realidad lo que pretenden conseguir todas estas empresas, arrastrando al hombre a comportarse como simples máquinas de consumo.
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